Luis Alberto Lacalle Herrera
Artículo publicado el 29 de marzo de 2014 en el diario ABC Color, Paraguay.
Algunas veces la vida nos da oportunidad de conocer seres humanos excepcionales, aquellos que nos hacen dar gracias a Dios por el solo hecho de que existan y que estén dispuestos a servir para mejorar países y sociedades. Así me ocurrió con Luis María, desde el primer día que lo conocí. Me impresionó mencionando un hecho menor de la historia política del Uruguay, demostrando con ello lo vasto de su cultura y su amor por mi tierra oriental. A partir de ese momento, en cada una de las gratas visitas a mi querida Asunción, tuve el privilegio de pasar horas conversando con él, imaginando un futuro mejor para nuestros países.
Siempre pensé, en cuanto al Paraguay, que le estaba reservado un papel de primera importancia y que él deseaba. La Providencia dispuso lo contrario. Las vidas tronchadas prematuramente generan un raro sentimiento de asombro. Desde la antigüedad, la muerte temprana fue vista como una señal excepcional, misteriosa y cuasi sagrada.
Hoy puedo repetir ante este episodio lo que me tocó decir de un compañero del Partido Nacional, también arrebatado por el cielo en su juventud. “Dios se lo llevó temprano porque quería la flor más que el fruto”. Paz para el amigo. Gratitud hacia Dios por haberlo conocido.