Prólogo del libro “José Irala. Política y diplomacia paraguaya a principios del siglo XX”

Ricardo Scavone Yegros

Prólogo del libro “José Irala. Política y diplomacia paraguaya a principios del siglo XX”. Luis María Duarte. Intercontinental Editora. Asunción, Paraguay 2014.

Desde muy temprana edad, Luis María Duarte manifestó un genuino interés por la historia del Paraguay. Le atraían sobre todo, de nuestro pasado, las interacciones políticas y la inserción del país en la comunidad internacional. Sin embargo, sus inquietudes no se limitaban a lo histórico. También le apasionaba la actualidad política, las relaciones exteriores, y la situación interna de otros países y regiones del mundo. Su curiosidad se dispersaba en diferentes direcciones, con una singular capacidad para captar lo esencial, y con la inclinación a tomar posiciones ante lo que veía o percibía. Siguió así diferentes caminos, y en todos fue reconocido por su inteligencia y perspicacia.

No obstante, cuando ya sintió que alcanzaba la madurez en el pensamiento y en el estudio, su opción como intelectual se inclinó resueltamente hacia la historia; no para registrar anécdotas o repetir lo archisabido, sino, en puridad, para contribuir a la comprensión del presente mediante la indagación rigurosa del pasado. Su experiencia, breve pero intensa, en la actividad pública, en la política y en la diplomacia, y su formación, casi podría decirse multidisciplinaria, le proporcionaban elementos para abordar con propiedad el desafío.

Fruto de esa opción es este libro, que se ocupa precisamente de la historia política y diplomática del Paraguay, tomando como eje central la misión cumplida en 1904 y 1905 por José Irala en varios países de Europa. Es posible que la misión diplomática de Irala hubiera podido reconstruirse en un artículo o en una breve monografía, pero sirvió de pretexto a Luis María Duarte para internarse en diversos temas de un periodo más extenso, y exponer conclusiones que fue madurando en múltiples lecturas y honesta reflexión.

De esta manera, el primer capítulo del libro explica, sucintamente pero de manera original, la vida política y la acción diplomática del Paraguay de las últimas décadas del siglo XIX, poniendo de relieve los importantes cambios registrados a este último respecto con el advenimiento del nuevo siglo, durante las gestiones de ministros de Relaciones Exteriores de la nueva generación, como Fabio Queirolo, Juan Cancio Flecha, Manuel Domínguez y, muy particularmente, Antolín Irala. La política internacional paraguaya buscó en esos momentos ampliar sus horizontes, y en consecuencia, estableció nuevas representaciones diplomáticas, como la que desempeñaría el doctor José Irala ante Austria-Hungría, Alemania, Países Bajos, Italia y Suiza.

Luego, en el capítulo II, se expone la trayectoria pública de José Irala, un destacado pero casi desconocido hombre público paraguayo, que nació en San José de los Arroyos en 1863 y falleció en Asunción en 1935. Con detalle, se indican los estudios que Irala cursó en el antiguo Colegio Nacional y en la Universidad de Asunción, su ingreso a la política y su actuación como congresista y ministro de Estado, y se proporcionan no solo informaciones sobre esta personalidad descollante de la posguerra del 70, sino en general sobre las prácticas políticas y las actividades periodísticas y culturales del Paraguay en los últimos años del siglo XIX y los primeros del siguiente.

El capítulo III tiene una importancia innegable, pues constituye el primer esfuerzo realizado hasta ahora para exponer ordenadamente el desarrollo de las relaciones diplomáticas del Paraguay con los diversos países de Europa, y en especial con aquellos ante los que fue acreditado el doctor Irala, después de 1870. Evidentemente el tema deberá ser objeto todavía de nuevos abordajes e investigaciones, que permitirán conocerlo y comprenderlo mejor, pero este esbozo inicial, documentado y concreto, que se complementa con valiosas contextualizaciones sobre la política interna e internacional de dichos países, será un útil y pertinente punto de partida, para quienes se aventuren en el futuro a completar las indagaciones iniciadas.

Tras lo anterior, se llega, en el capítulo IV, al tema central del libro, es decir, a la misión desempeñada por Irala, como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de la República del Paraguay ante Austria-Hungría, Alemania, Países Bajos, Italia y Suiza. En esta parte se recuerdan las opiniones difundidas por la prensa asuncena acerca de la conveniencia o no de la misión diplomática, y los pasos que siguió el representante paraguayo para acreditarse ante aquellos gobiernos. Al margen de lo que atañe a las relaciones oficiales, resultan también muy interesantes los datos proporcionados sobre los paraguayos Pablo Alborno, Juan A. Samudio y Carlos Colombo, que estudiaban pintura, dibujo y escultura en el Instituto Real de Bellas Artes de Roma, y sobre las gestiones para que los capitanes Manlio Schenoni y Adolfo Chirife efectuaran estudios de perfeccionamiento en Alemania.

El último capítulo, que es el V, refiere lo que pasó después de esta misión diplomática, tanto con el ministro Irala como con su colaborador en la legación Ramón Caballero de Bedoya, con los jóvenes becarios, con la plana mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay, y con las relaciones diplomáticas del país con Europa. Como se indicó en lo concerniente al capítulo III, las informaciones contenidas en este capítulo final reconstruyen aspectos relevantes de la historia de nuestras relaciones internacionales, y serán de innegable utilidad para orientar futuras investigaciones.

Cabe señalar que, con la interrupción intempestiva de la misión del ministro Irala a raíz de los cambios políticos operados en el Paraguay a fines de 1904, el balance final de su labor quedó reducido casi por completo a lo meramente protocolar, pese a que permitió evidenciar lo mucho que el Paraguay hubiera podido obtener de una persistente y ordenada gestión diplomática en los mencionados países europeos.

Parecería confirmarse entonces, en este caso, lo que se sostiene en la Introducción del libro en cuanto a la tendencia conservadora que ha predominado en la política exterior paraguaya, la cual “se ocupa esencialmente de sobrevivir en la región y considera todo lo demás como accesorio e inconveniente”. Es decir, en cuanto a una tendencia en la que prevalece la falta de ambición para afirmar la presencia del país en la comunidad internacional más allá de la inmediata vecindad, y que peca de excesiva prudencia, de falta de visión y hasta de mezquindad, al descuidar y abandonar espacios que podrían ser beneficiosos para el desarrollo institucional, económico, social y cultural del Paraguay.

No quiero concluir estas líneas sin consignar que me unió a Luis María Duarte una sincera y auténtica amistad, fundada en nuestras comunes inquietudes históricas y patrióticas. En largas horas de conversación y discusión, con frecuencia interrumpidas por los viajes y las ausencias, tratamos varios de los temas expuestos en este libro y muchos otros. No siempre estábamos de acuerdo, pero coincidíamos en lo esencial: en el compromiso con el país, en el ideal de cimentar una convivencia democrática y de mayor tolerancia entre los paraguayos, y en la necesidad de erradicar de una vez por todas la instrumentalización de la historia con fines políticos. Por eso puedo testimoniar que en este libro están claramente expuestas, sin confusiones ni contradicciones, su personalidad definida y sus ideas maduras.

En medio de la desgracia que puso término inesperado a su existencia, de la que tanto se podía esperar, queda al menos el consuelo de que pudo asentar en las páginas que siguen parte de su particular y muy respetable visión del pasado y el futuro del Paraguay.

Este libro, en el que apenas se vislumbra todo lo que Luis María Duarte pensaba investigar y escribir, es ahora su principal legado, la marca más perenne de su paso por la vida, y el testimonio más elocuente de su capacidad y de su entrega al estudio y al servicio de su sociedad, por todos los medios que se le presentaron para hacerlo.